En los últimos años, cada vez más jóvenes migrantes llegan a España sin familia. Son los llamados MENA (menores extranjeros no acompañados). Muchos vienen buscando un futuro mejor, pero cuando cumplen 18 años se encuentran con enormes dificultades para estudiar, trabajar y empezar una vida independiente.
A continuación, repasamos los principales retos que enfrentan y qué podemos hacer como sociedad para ayudarles.
1. El laberinto de los papeles
Uno de los mayores obstáculos es la documentación.
Conseguir el permiso de residencia o trabajo puede tardar meses o incluso años, y cada comunidad autónoma lo gestiona de forma diferente. Sin papeles, no pueden firmar contratos, apuntarse a cursos oficiales ni acceder a ayudas.
Además, a veces hay errores al determinar su edad, lo que puede dejarles fuera del sistema de protección si se les considera adultos por error.
2. La educación, un punto de partida desigual
Muchos de estos jóvenes llegan con la escuela interrumpida o sin saber leer ni escribir bien en español.
Cuando intentan estudiar o aprender un oficio, se topan con programas poco adaptados a su situación: horarios rígidos, falta de apoyo lingüístico o burocracia complicada.
Sin una formación adecuada, su acceso al mercado laboral se limita a empleos precarios o temporales.
3. La carga emocional y el desarraigo
No es solo un tema de papeles o estudios.
Muchos MENA han vivido situaciones duras: viajes peligrosos, pérdida de familiares, soledad o discriminación.
Estas experiencias afectan su salud mental y su capacidad para concentrarse o mantener un trabajo estable. Contar con apoyo psicológico y acompañamiento emocional es clave para su integración.
4. Cumplir 18: el salto al vacío
Cuando cumplen la mayoría de edad, muchos jóvenes deben salir del centro de acogida y buscarse la vida solos.
A menudo no tienen casa, ingresos ni una red de apoyo.
En esas condiciones, encontrar y mantener un empleo es casi imposible, y algunos acaban en trabajos informales o, en el peor de los casos, siendo explotados.
5. El peso de los prejuicios
A menudo, la sociedad mira a los jóvenes migrantes con desconfianza.
Los estereotipos y la xenofobia cierran puertas incluso cuando tienen la formación y las ganas de trabajar.
La discriminación sigue siendo una de las barreras más difíciles de superar.
6. Qué se puede hacer
Las soluciones existen, pero requieren compromiso de todos:
- Administraciones públicas: acelerar los trámites de documentación y crear programas que acompañen a los jóvenes después de cumplir 18 años.
- Centros educativos y ONG: ofrecer formación flexible, clases de español y apoyo personalizado.
- Empresas: abrir oportunidades de prácticas y empleo, con mentores que acompañen a los jóvenes durante los primeros meses.
- Ciudadanía: combatir los prejuicios y apostar por la inclusión.
7. Un camino posible
Cuando se les da la oportunidad, muchos jóvenes migrantes demuestran una enorme capacidad de esfuerzo, compromiso y adaptación.
Con apoyo adecuado, pueden convertirse en trabajadores valiosos, aportar diversidad y enriquecer la sociedad española.
La integración laboral de los MENA no es solo una cuestión de derechos humanos, sino también una inversión en el futuro común.
¡Nos vemos en próximas entradas!





































































































































































































































