He comprendido:
Qué por más que llore no volverás.
Que está tristeza en la mirada ya no se perderá.
Qué siempre miraré al Cielo buscando una señal, que no llegará.
Qué hasta mi último suspiro, siempre tendré ese vacío en el pecho que nadie llenará.
Qué todos los demás podrán olvidarte, pero yo no lo haré jamás.
Qué mil veces me preguntaré porqué tuviste que irte y nunca habrá respuesta.
Qué muchos me dirán: «deja de sufrir, ha pasado el tiempo», pero para mi seguirá este dolor cómo el primer instante de tú partida.
Qué todos seguirán su vida, cómo si nada hubiera pasado, mientras la mía ha cambiado totalmente.
Qué mi fuerza está en pensar que cada día que pasa es un día menos para encontrarte otra vez.
Y que he aprendido a sonreír, aún cuándo en mis ojos se asome una lágrima presta a caer.
Qué ya no te volveré a mirar cómo antes, y extrañaré tus ladridos y tus miradas tiernas.
Es difícil entenderlo, pero todo esto lo va asimilando mi cabeza.
El verdadero problema radica en que aún no sé cuándo me dejará de doler tú ausencia.



































































































































































































































Deja un comentario